viernes, 1 de abril de 2011

Democracia en las tradiciones de pensamiento español: conservadurismo, nacionalismos, liberalismo, republicanismo, socialismo. Orígenes intelectuales de la democracia en España

Javier Gomá, director de la Fundación Juan March, nos presenta esta conferencia en Aula Abierta. En el libro que el autor de esta conferencia, Santos Juliá, publica, "Historia de las dos Españas", nos habla de la historia intelectual de la política de España y otros conceptos afines, pero se detuvo en 1960 concretamente. Este libro se prolonga mediante otro, en el que se cuente esa misma historia desde 1960 hasta nuestros días. Se investiga y se indaga en el origen intelectual de la democracia Española y de la Constitución de 1978. La mejor forma fue invitar a Santos Juliá para explicar ésto. Es investigador, profesor, creador de opinión pública y decano de una de las facultades de la Uned, entre otros.

La conferencia se titula "Democracia en las tradiciones de pensamiento español: conservadurismo, nacionalismos, liberalismo, republicanismo, socialismo. Orígenes intelectuales de la democracia en España".



Se pretende entrar a una paradoja cuando se considera la historia en los dos últimos siglos de España. España se caracterizaba con un liberalismo temprano con una democracia tardía, que introduce una explicación sobre el devenir político de la España durante los siglos XIX y XX. Una de las primeras revoluciones liberales fue la de 1812, pero aquí no se consolidan los elementos democráticos hasta la democracia de 1978. Antes hay otros intentos de instaurar la democracia, sin éxito alguno. Esos intentos, desde la Primera República, han dado a la historia de la democracia en España una imagen de fragilidad y fracaso (revolución burguesa o revolución industrial, por ejemplo), ya que habiéndose inventado, llega un momento en que el proceso es brutalmente bloqueado y, lo que se avanza desde hace unos años, da la impresión de que retrocede aún más. Se contaba la historia de una decadencia que había terminado en fracaso, cuya sensación, referida a un período de tiempo largo, se confude con una especie de fatalidad. Se inventaron entonces historias en las que se buscó la raíz de ese fracaso como algo propio de los españoles. Como un castigo por haber guiado la historia hacia otro recorrido que no era el verdadero. Llegamos a creernos que el fracaso se consideraba una diferencia española. Quien consiguiera traspasar las fronteras (EE.UU, Francia, Portugal, etc), percibía que aquellos sistemas vivían pacíficamente, resolviendo los conflictos mediante la mediación, contrariamente a España. A ésto se une que los españoles no se saben gobernar en democracia.

Muchos españoles han nacido con estos pensamientos, y que era imposible que nos gobernaramos democráticamente. Ésto nos hizo proyectar en otros países una falsa mirada. Pero, en muy escasos sitios, la democracia se ha desarrollado pacíficamente y en una progresión lineal. Excepto en muy pocos países, ese proceso no se ha producido. Se ha implantado principalmente por oleadas, con momentos de quiebras profundas. En los años 20 y 30, en países mucho más avanzados que España, el sistema democrático quebró y dió paso a sistemas totalitarios que acarrearon una guerra y un destrozo total en gran parte de Europa. Lo que tuvimos como una convicción es que no gravitaba sobre la historia de España una especie de maldición que nos identificara mal. La implantación de la democracia aquí es algo que no surge de la noche al día y que no se puede dar nunca por consolidada o por garantizada. La democracia es algo que está constantemente en construcción, la cuál ha dado lugar a una enorme cantidad de estudios sobre cuáles son los fundamentos de la democracia: Por qué una democracia fracasa o por qué una democracia tiene éxito. Hay dos líneas fundamentales de investigación:
  • Los estudios macrorientados, que se establecieron en los años 60 y se han seguido observando. Lo que se dice es que una democracia tiene más posibilidades de consolidarse cuando se trata de un país industrializado y con altas tasas de población en la educación, etc. Pero ésto no indica más que una hipótesis de probabilidad (Alemania en los años 30, por ejemplo).
En España, los estudios, a la vez que se orientaron en estos pasos, se hizo mucho hincapié en las estrategias políticas, que tienen nombres propios, naturalmente. Suárez trajo la democracia, o el rey, o el acuerdo entre élites, etc. La democracia en España se instaura cuando hay un proceso de crecimiento social muy fuerte, una sociedad muy viva, que no era tan atrasada. Era una sociedad en movimiento que al final resulta que es el sostén de la implantación de la república. Los años 60 son los años del gran éxodo rural. Como consecuencia de una sociedad en movimiento que está presionando el corsé de un sistema político montado sobre otra sociedad (el sistema de la Restauración, por ejemplo, que estaba pensado para una sociedad estática), se atribuye el proceso de democratización, tiene sentido, pero no lo explica todo. Por lo tanto, la mejor manera de abordar ese largo proceso de transición del liberalismo a la democracia, lo mejor es combinar la visión de esas transformaciones con la visión de ese movimiento: qué hacen los actores políticos.

Consideramos uno de los elementos solamente, que se refiere a la cultura política de los españoles, cómo se ha ido transformando esa cultura desde el comienzo de los años 40, para entender el punto de partida, de manera que cuando Franco muere y empieza el gran proceso de tranformación política, esa cultura sirva como lecho sobre el que se están apoyando esas estrategias políticas. Esa cultura tiene un agente, entre otros, los intelectuales, es decir, un sector social de las sociedades liberales, que acceden a la esfera pública a partir de una obra considerada en cualquiera de los campos de los intelectuales (literatura, filosofía, maestro, etc), cuando participan en el debate público. Retrocedemos en el tiempo para indicar cómo fue aquella primera cultura democrática que condujo o movilizó a mucha gente en 1930 y sirvió hasta tal punto a la instauración de la primera democracia española que Azorín dijo que era la primera democracia de intelectuales, opinión que después se cuestionó. La República fue un movimiento de clase media y obrera, pero los intelectuales tuvieron un papel decisivo en la movilización de una instauración de una democracia ligada a la República. Después de un momento de ciertas transformaciones sociales en la época moderada, hay uno de esos empujones colectivos que, liderado por un grupo de militares progresistas, acaban con Isabel II e intentan instaurar un sistema nuevo, que no cuajó debido a un vacío de poder y que produjo en el mundo intelectual que rodeó aquella época una profunda decepción que hizo repensar los contenidos de aquella democracia idealista y soñadora, generosa y simpática, pero impotente. Y entonces, esos intelectuales se dan cuenta de que algo falla y están dispuestos a aprender de las amargas lecciones de la experiencia. La fundamental la sacan en el sentido de que en España faltaba el sujeto sobre el que apoyar el intento de una construcción de la democracia: el pueblo. El pueblo, con lo ocurrido durante los años 60, era la cara de esa impotencia. No hay pueblo, en España falta pueblo. Y entonces democracia fue, para ellos, un proyecto a largo plazo que exigia una política de armonía que tuviera en mente los problemas de la Hacienda y de la educación. Entonces empezó el Posibilismo, que decía que más valía ir conquistando posiciones e ir construyendo ese sujeto que tener una democracia de golpe que no pudiera ser sostenida. El problema de este pensamiento es que no llegó a tener una expresión política. La lección de los políticos era que con ese pueblo no se puede hacer otra cosa más que mantenerlo lejos de la posibilidad de influir en los destinos públicos, y entonces el liberalismo histórico español (Cánovas) sacan una lección que les aleja de esa otra corriente en una dirección muy curiosa en la que no puede entrar ni el ejército ni el pueblo al que le falta una educación. Montan un sistema de turnismo, defraudado porque el partido que va a ocupar el gobierno es el partido que convoca las Cortes. Los dos partidos rompen el sistema político de la época: el liberalismo oficial y el mundo intelectual que está en el camino de la transformación paulatina de la realidad social, la esfera pública y el sistema de democracia para mantener el poder.

El liberalismo español de la época tiene que volver a sus orígenes y crear una democracia.
Si la monarquía sigue el camino de la democratización, la gente va a apoyar ese camino que el rey podía emprender. Ésto acerca a la generación intelectual a lo que podría haber sido un camino seguido por la politica española durante los años 10 y 20. España ha podido tener una democracia sólida en 1918, 1920, etc. Pero no es el origen de nuestra democracia porque no se siguió este camino. Lo que el partido reformista pedía era una reforma constitucional. Los partidos liberales podrían haber liberado esa reforma constitucional. La opción no fue nunca que cayera el trono, nunca ese movimiento fue antimonárquico, sino que se llevara a cabo una reforma constitucional que dijera que el pueblo tuviera la soberanía, que hayan garantías constitucionales, recortes en el poder del monarca, etc. El rey llamará a esta gente jóven para que conduzcan este proceso. La historia siguió, el rey no llamó a nadie, la vieja política continuó y esta cultura política quedó con la expectativa frustada, pero no eliminada, porque la monarquía no era un régimen autoritario, hasta que un problema ajeno a lo que pasaba en España, la guerra de Marruecos, creó las condiciones para que los militares intervinieran en el proceso político, que liquida una constitución liberal Primo de Rivera con la convivencia del propio titular de la corona. 

La democratización en España, que pudo haber venido por una ampliación del liberalismo de la Constitución de 1876, que tenía elementos para que esa transformación se hiciera, vino a ser identificada con la República y la estrategia de su instauración ya tenía que ser la apertura de un proceso constitucional mediante un gobierno provisional que se hiciera con el poder y que convenciera al pueblo para que se pasara al bando republicano. El liberalismo había caido en los años 30, lo expulsa Primo de Rivera. La democracia viene ya al lado de la República, porque la monarquía había empezado a sucumbir en el golpe de 1923, con la simbología de una revolución. De pronto, lo que toda esa escuela intelectual había tenido, de pronto es la revolución (la Revolución Francesa, símbolo que viene adornado en la simbología de esa revolución en España). La primera democracia en España por esa expansión de una cultura polítia de valores cívicos pero que viene con los aires y las músicas de una revolución, y eso va a crear una nueva escena para la política en la que van a subir al escenario muchos actores que durante la monarquía liberal no tienen parte en la vida política: fascismos, catolicismos, socialismos, nuevos republicanos... y desaparece toda la tradición de los partidos liberales anteriores. 

Ahora, por último, he decidido modificar esta entrada ya que hemos añadido temario y tiene relación con esta conferencia.

¿Por qué la democracia? ¿Qué sentido tiene la democracia en el Estado Liberal? 

Cuando la monarquía desaparece, la monarquía absoluta, la soberanía no puede desaparecer, se tiene que transformar, porque si desaparece la soberanía, desaparece el Estado. La soberanía personal tiene que transformarse, es decir, se proyecta en el nuevo sujeto político que es el ciudadano del Estado. Se convierte en soberanía popular, que tiene un problema. Hemos pasado de un sujeto personal a un titular, que es el pueblo. El pueblo tiene que legislar y ejecutar. El Estado liberal soluciona este problema de una doble manera:
Principio de separación de poderes. El monarca antes ejecutaba, legislaba y casi juzgaba. El poder soberano de la monarquía es un poder concentrado. Los revolucionarios y los norteamericanos se dan cuenta de que no puede volver a repetirse este error. Uno de los problema derivaba de esa hiperconcentración de poder. Los grandes teóricos de las RR.LL (Montesquieu, Rousseau...) crean el principio de separación de poderes, que quiere decir que las grandes funciones del Estado, conectadas con la soberanía, deben ejercitarse de manera independiente y no comunicada. La soberanía del nuevo Estado no podía concentrar en una sola institución las tres funciones del Estado, porque eso nos lleva al absolutismo de nuevo. Esas tres funciones básicas son las de gobernar, legislar y juzgar. Ésto tiene que ser así porque si tenemos un Estado en donde la soberanía se manifiesta en los tres poderes juntos, interconectados, se vuelve al absolutismo y el Estado-nación liberal enferma. 


Tenemos que inventar un mecanismo para que el pueblo de sentido a esa soberanía popular, para que el poder del pueblo pase al poder de las instituciones. Eso se llama legicentrismo y democracia representativa. El legicentrismo significa que el pueblo habla, ejerce el poder a través de la ley. La ley se convierte en un sujeto abstracto de ejercicio de la soberanía. La ley la hacen los representates democráticos de los ciudadanos, los diputados, los concejales, etc. Esa institución se llama Parlamento, que hará la ley que hable por el pueblo. Pero entre el ciudadano y el país tiene que haber algo: la democracia representativa, que nos da la ley y, después, a la persona que nos representa. En las elecciones ponemos en juego nuestra soberanía popular, con la que decidimos qué persona nos representa, y después esa persona emite la ley. Cuando hemos dicho que la democracia es el aparato entre pueblo y parlamento, añadimos que un elemento fundamental es que ese aparato no puede funcionar, en ningún caso, sin un sistema de opinión pública libre, medios de comunicación libres, por lo tanto, sistemas democráticos que no tienen libertad de opinión pública es un sistema no democrático, seudodemocracias donde la gente no puede expresar libremente lo que piensa.


Gracias por leerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario